Durante las últimas décadas la inseguridad ciudadana se ha convertido en uno de los principales problemas públicos en Argentina. En este marco, las y los jóvenes de los barrios populares son usualmente señalados por los discursos securitarios como sospechosos y, por ello, estigmatizados y desacreditados socialmente. Así, se les asignan comportamientos estereotipados, valorados negativamente, habilitando prácticas abusivas que van afectando sus derechos fundamentales, desafiliándolos y devaluando sus trayectorias biográficas. Este proceso legitima el desarrollo de políticas de seguridad centradas en la prevención mediante la saturación policial del territorio, lo que redunda en interacciones negativas entre policías y jóvenes, dinámicas de hostigamiento de carácter relacional y acumulativo.

Las hijas e hijos de miembros de las fuerzas de seguridad no son ajenos a estas dinámicas. Por el contrario, en tanto jóvenes provenientes de los barrios estigmatizados, forman parte de la misma “clientela” con la que trabajan los policías. Sin embargo, guardan lazos filiales con integrantes de las mismas instituciones con las que se miden cotidianamente en el espacio público. Agencias que certifican los estigmas que sectores de la sociedad les endilga en su condición de jóvenes. Nos interesa aproximarnos a la experiencia particular de los hijos e hijas de policías en tanto clientela policial. Interpretar cómo viven la policía siendo hijos de efectivos de esas fuerzas. Qué tácticas y estrategias individuales y colectivas ensayan frente al hostigamiento policial. Qué dinámicas y formas concretas adquieren estos intercambios y cómo los tramitan mediante la puesta en circulación de distintos capitales simbólicos y saberes prácticos adquiridos a partir de su filiación con una cultura parental policial.

Para ponerlo en algunas preguntas: ¿Hacen valer su condición de “hijos de” a la hora de la detención? ¿Les cuentan a sus padres si fueron parados por la policía? ¿Qué consejos o tips les aportan los padres para desenvolverse?¿Pusieron en práctica estos consejos?¿Cómo perciben la labor policial? ¿Cómo creen que son sus padres como policías? ¿Les gustaría ser policías? Estas son algunas de las cuestiones que vertebran nuestro trabajo de campo. En este sentido, la elección del título que da nombre al trabajo no es casual. En primer lugar, Yuta es una palabra nativa, utilizada por las y los jóvenes para referirse a la policía y a sus miembros. Además, el término Hijo de yuta surgió entre varios de los entrevistados a modo de insulto entre pares, como un potente ejercicio salvaje del poder simbólico que busca marcar una frontera moral entre un “ellos” y un “nosotros”. Es justamente en esa frontera que se ubican nuestros referentes.

Esta investigación resulta de los primeros avances de la tesis de Licenciatura en Ciencias Sociales que vengo realizando en el marco del LESyC-UNQ. Para ella, me apoyo en metodologías de tipo cualitativo. En este sentido, hago uso de entrevistas en profundidad semi estructuradas y recurro a la observación participante en distintos ámbitos de socialización. Este tipo de estrategias me permiten aproximar a conocer en su propio espacio vital y en sus propios términos los modos en que los actores definen su realidad y el significado que atribuyen a sus acciones.